Sara Pérez
El alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, ha propuesto algunas iniciativas, muy interesantes, que han sido aplaudidas por unos y repudiadas por otros.
Uno de sus últimos programas, también motivo de controversia, es la campaña de prevención de embarazos de adolescentes, en la que se subrayan los inconvenientes de tener hijos a muy temprana edad.
Algunos de los carteles que me tocó ver en el tren, mencionan el costo económico de tener niños y los sacrificios y riesgos, tanto para los jóvenes padres y madres, como para las criaturas. Hay quienes consideran que marcar esos aspectos, penaliza más a los adolescentes involucrados. Y ciertamente sería penoso, y contraproducente, añadir más cargas de censura a quienes ya tienen suficientes problemas e incertidumbres.
Sin embargo, me pregunto, si hacer las advertencias y señalar los inconvenientes, obligatoriamente tiene que plantear culpabilidades de las y los afectados y si una insistencia en esos factores, no ayudaría en algo a tomar menos a la ligera esa clase de decisiones -en el caso de que se pueda hablar de decisiones tomadas y no de situaciones que simplemente ocurren-.
Hay un punto de esa campaña que, me parece, puede ser rescatado y empleado no solo en Nueva York, sino en otros lugares con problemáticas parecidas y más graves: la cruda, clara y honesta presentación de los desafíos que confronta las madres -y a veces los padres, cuando estos simplemente no desaparecen o se desentienden- adolescentes para hacerse cargo de un bebé o, peor aún, de varios.
Sin pretensiones de penalizar a nadie, los programas de educación sexual, debían incluir alguna instrucción sobre las consecuencias adversas de procrear, cuando no se tiene la independencia económica y se necesita el auxilio de terceros para afrontar las demandas permanentes de un infante, o de más de uno, y que ayuden
a los jóvenes -y a las jóvenes, que suelen las más afectadas-, a visualizar las desdichas de una maternidad y una paternidad prematuras y a saber cómo evitarlas.
Los inconvenientes de tener hijos, son mencionados muy rara vez y es de temer que muchos no solo pasen por la adolescencia, sino que haya quienes lleguen a la adultez y hasta a la vejez, con una visión poco realista de lo que implica tener descendencia y más, cuando la carga de esa descendencia recae estrictamente sobre los individuos y la familia y las participaciones estatales se agotan con el suministro de leyes agresoras e irracionales, que cercan, acosan, lastiman y hasta matan a mujeres, niñas y adolescentes embarazadas, que no tienen derecho a disponer de sí mismas y que tampoco tienen dónde acudir en busca de sostén, como ocurre en República Dominicana.
Sí, a una/un adolescente que tenga hijos, se le dificulta terminar los estudios y la culminación de una carrera o el aprendizaje de un oficio especializado, se le vuelve más remoto.
No, ningún niño viene con ningún pan debajo del brazo. Al pan hay que salir a buscarlo. La manutención del niño sale cara y aumenta las precariedades económicas, por los gastos en alimentación, salud, vestido, vivienda y educación.
Sí, tener hijos es agotador y hasta desesperante. Exige dedicación, entrega y sacrificios enojosos, especialmente en los casos de adolescentes que no siempre están preparados para ponerse a sí mismos en un segundo plano y privilegiar las demandas y necesidades de los pequeños, que serán más vulnerables y estarán más expuestos a peligros y abusos, en manos de madres y padres con responsabilidades que los desbordan.
Quitar y poner pampers o pañales, o lo que aparezca, limpiar vómitos, orines y heces, desvelarse con un muchacho dando gritos, amamantar o preparar leche, sacar gases, correr para el médico a esperar horas muertas por una receta que cuesta el hígado, son tareas que no todos las y los adolescentes consiguen desempeñar con mucha persistencia y entusiasmo.
No, quien tiene niños a su cargo, no debe andar metido en parrandas a medianoche.
Sí, es común que cuando una/un adolescente tiene hijos, en el cuidado de los mismos se implique a otras personas, cuyas vidas se ven alteradas por una agenda y unos compromisos que no son los propios. Estamos tan acostumbrados a contar con la abuela que hará de madre y padre, que con frecuencia no reparamos en que le estamos rediseñando la vida, sin su anuencia.
Sí, tener hijos cuando las circunstancias no son propicias y no se tiene inclinación o madurez para ello -que es lo más común- resulta muy difícil y las/los adolescentes deben estar advertidos al respecto.
La educación sexual debe abordar las contrariedades del sexo y los procedimientos para evitarlas.
Tal vez la campaña de Bloomberg tenga aspectos que deba corregir, pero el señalamiento sencillo, abierto, directo y sin edulcorantes, de los perjuicios de embarcarse en tener hijos a muy temprana edad, hay que incluirlo en el programa.
Hay demasiadas adolescentes embarazadas y no es un indicador promisorio.
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