Nada más simple que reconocer con unas palabras
la enorme realidad que sufren millones de familias en Europa Occidental que han
visto como se desvanecen sus sueños de la noche a la mañana y van a parar a las
filas de los desahuciados, los desempleados y de los pobres.
Pero para limpiar sus culpas, el economista jefe
del FMI, Olivier Blanchard agregó que el "error" del organismo
internacional fue a la hora de recomendar recortes a los gobiernos europeos
pues estos no supieron entender que el compromiso de las autoridades con la
austeridad acabaría con el crecimiento.
Parece que Blanchard no recuerda bien las
numerosas reuniones de la llamada troika (Comisión Europea (CE), Banco Central
Europeo (BCE) y FMI) con los gobiernos en crisis económica, durante las cuales
presionaban y aun presionan para que impongan medidas drásticas contra los
sectores públicos y obligarlos a pagar las deudas contraídas al precio que
fuera necesario.
El informe presentado por Blanchard, titulado
Errores en el Pronóstico de Crecimiento y Multiplicadores Fiscales reconoce que
"los pronósticos subestimaron significativamente el aumento del desempleo
y la caída de la demanda interior con la consolidación fiscal".
El documento agrega que en el caso de Grecia, el
desvío en aumento de la deuda, a pesar de los recortes de gasto, fue mayor de
lo esperado y si se hubieran constatado esos errores habría llevado a la
entidad a recomendar medidas de austeridad menos severas en el caso de España y
Portugal para evitar un deterioro masivo de las economías de estos países.
De todas formas, el economista jefe del FMI trata
de salir a flote cuando concluye: "los resultados no quieren decir que la
consolidación fiscal sea indeseable, ya que las economías avanzadas deben
ajustar sus presupuestos ante el aumento de sus deudas y que los resultados a
corto plazo son uno de los factores que deben estudiarse en caso de recomendar
nuevos recortes.
Claro que Blanchard debió de explicarles los
deslices cometidos por su organismo a los millones de griegos, irlandeses,
españoles, portugueses, italianos, británicos y franceses que han sido lanzados
a las calles ante la pérdida de sus empleos que les impiden pagar los altos
alquileres y hasta la alimentación de sus familias.
Las obligadas reformas laborales impulsadas por
la troika, motivaron un enorme desempleo en la Eurozona que según la Oficina de Estadísticas
Comunitaria EUROSTAT, se sitúa en 11.8 % y en la Unión Europea (27
países) en 10,7 %. España marcha a la cabeza de ese negativo índice con 26,6%,
seguido de Grecia, 26 %.
Otro que acaba de expresar sus desavenencias con
las medidas, es el presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker que a pocos
días de dejar su cargo (febrero) declaró en el Parlamento Europeo que los
ajustes se diseñaron para aplastar a los más débiles y dijo que los ministros
de Finanzas solo siguen los dictados de la CE, el BCE y el FMI, “cuya legitimidad
democrática no es clara”.
Cuando aun estaba dentro del “agua” como jefe del
grupo que agrupa a los ministros de Finanzas de la Eurozona, Juncker no se
atrevió a señalar con tanta elocuencia los numerosos errores cometidos y en
esta ocasión hasta acusó a algunos países del bloque (sobre todo Alemania y
Francia) de beneficiarse de la crisis por dos males que aquejan a las naciones
del sur: el riesgo país y la fuga de capitales.
El todopoderoso Juncker que durante años dirigió
y hasta obligó a los ministros de Finanzas del Eurogrupo a acatar las presiones
de la troika, ahora también se retracta de su dócil accionar y de haber llevado
a varios países del viejo continente a una crisis económica y financiera de la
cual no saben como salir.
Para concluir su diatriba, el también primer
ministro de Luxemburgo, puntualizó que Berlín y París no tenían nivel para
sacar a Europa de la crisis y que ya muchos se estaban cansando del dictado
alemán.
El escepticismo ante lo que pueda ocurrir por el
estancamiento de la crisis, pende como espada de Damocles sobre las naciones
con economías capitalistas avanzadas.
La Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), en un informe
titulado Perspectivas Económicas Mundiales, aseguró que se registra “una
significativa pérdida de confianza en el orbe” achacable a los ajustes, al
desempleo y a un menor comercio internacional.
La
OCDE, que reúne a 34 países con grandes economías, explicó
que al comienzo la crisis solo fue financiera pero ya devino en estructural a
partir de la crisis fiscal y los números rojos en Estados Unidos y los Estados
centrales de la Eurozona.
Y al igual que los casos anteriores citados, la
organización subrayó en su informe que “el impacto negativo de los programas de
ajuste ha sido mucho más importante de lo previsto, y que las medidas de
austeridad implementadas han reducido el crecimiento económico de los 34
miembros en hasta 1,25 puntos porcentuales en 2012.
En contra de sus anteriores planteamientos, la OCDE aconseja a los miembros
de la zona euro a “no aprobar más ajustes pues descarrilan sus objetivos de
reducción de déficit”.
Por primera vez la organización dibujó un
panorama futuro con objetividad al afirmar que de seguir la Eurozona con la
aplicación de medidas de austeridad no habrá en el mundo suficientes desiertos
para la travesía de la crisis que le espera.
Pero pese a esas retracciones de los poderosos
organismos, la pregunta clave aún queda en el aire. ¿Se habrán dado cuenta que
las políticas neoliberales lejos de aminorar la crisis lo que hacen es
profundizarlas y acelerarlas?
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