sábado, 6 de agosto de 2011

La violencia

                                                     
Escrito por: Chiqui Vicioso (luisavicioso@hotmail.com)

Para la población dominicana el abuso es el meramente físico y no se entiende que el verbal: malas palabras, maldiciones, calificaciones: “bruto”, “pedazo de animal”, entre otras expresiones, marcan para siempre la psicología de un, o una, infante.


He observado con pena como los actuales esfuerzos del jefe de la Policía por orientar el trabajo del cuerpo de orden a una labor social, a traves de los operativos de Santiago y Puerto Plata (que complemente o sustituya la que debería realizar el Ministerio de la Juventud), se van a pique cuando cualquier agente de la institución se siente en libertad de disparar alegremente contra otros jóvenes.


El último caso conmocionó doblemente, porque se trataba de un muchacho que había venido a su país de vacaciones después de laborar en Ecuador como barbero. Estas acciones, generalmente realizadas por jóvenes de la misma extracción social de los asesinados, casi siempre de muy bajo nivel dentro del cuerpo policial, no tendrían explicación si no fuera porque la violencia es un problema estructural que la Policía no puede detectar por un simple proceso de selección de nuevos miembros.


Esto se aplica a todas las situaciones donde aparece la violencia. En el caso de los feminicidios es fundamental averiguar de que ambiente familiar proviene el asesino, y si fue víctima de violencia en su infancia, porque todo niño o niña abusado verbal o físicamente va a repetir, de manera inevitable, lo que aprendió y sufrió en la niñez.


Son inumerables las ocasiones en que he tenido que intervenir en la calle cuando veo a una madre gritándole barbaridades a un niñito o niñita de poquísima edad. Para la población dominicana el abuso es el meramente físico y no se entiende que el verbal: malas palabras, maldiciones, calificaciones: “bruto”, “pedazo de animal”, entre otras expresiones, marcan para siempre la psicología de un, o una, infante.


Son innumerables las ocasiones en que intervengo cuando las madres les pegan a niños y niñas que son literalmente bebés porque “no se están quietos”, sencillamente porque nadie les ha dicho que a la niñez hay que entretenerla y mantenerla ocupada (para eso están los juguetes) para que se esté quieta.


Por eso, hay que recomendarle a la Policía que incluya en la evaluación de quienes ingresan, una investigación sobre sus orígenes y de su familia, porque es esa evaluación la que detectará la propensión a la violencia de los futuros miembros. Que conste que la pobreza no es siempre sinónimo de una familia violenta. Solo hay que recordar que muchas familias campesinas pobres son un modelo de cariño, buena educación, y buenas costumbres.


Una familia violenta genera miembros violentos y como la Policía es una de las pocas instancias, al igual que las Fuerzas Armadas, donde un joven popular puede conseguir empleo, hay que investigar cuál ha sido su infancia, porque los efectos de la violencia no se corrigen con prisión, cursillos, o expulsión (otro asesino que va a la calle), sino evitando reclutar a personas que necesitan tratamiento psiquiátrico y acompañamiento psicológico dentro y fuera de la Policía Nacional.


http://www.elnacional.com.do/opiniones/2011/8/5/90886/La-violencia

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