sábado, 1 de julio de 2017

LA IMPORTANCIA DE LA ESPIRITUALIDAD DEL CORAZÓN DE JESÚS, PARA LA fe, HOY.




Lo de HOY

Por Pascual Ortíz





TODO LO QUE HAGAN, HACEDLO DE CORAZÓN, COMO PARA EL SEÑOR Y NO PARA LOS HOMBRES. Colosenses 3:23






Quiero comenzar con esta  pregunta  ¿Es Jesús es el portador del sentido de la existencia humana, para la sociedad de hoy, para la familia HOY?  Sí _  o  No_

Para que la familia de HOY, la sociedad de HOY, pueda superar la desolación en que vive. Debe  “Tomad sobre (su hombro) vosotros mi yugo, aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallareis descanso para vuestras almas.” Mateo 11,29

Pero, hoy más que nunca el matrimonio, las parejas, la familia  tradicional como Dios lo ha dispuesto, está en tela de juicio. Se pierde poco a poco la fe, la esperanza, la existencia misma del ser humano.  

Y porque sucede esto? “Porque se ha embotado el corazón de este pueblo, han hecho duros sus oídos, y sus ojos han cerrado: no sea que vean con sus ojos, con sus oídos oigan, con su corazón entiendan y se conviertan, y yo los sane.” Mateo 13,15

Estamos frente a una carrera, a lo seguro, a lo inmediato, se corre hacia la perdición de lo ético y moral. Es que, “este pueblo (Nos dice Jesús)  me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí.” Mateo 15,8

Estamos frente a una situación de crisis sin precedente. La certeza de lo fácil, lo insaciable…  Esto, le “Sucede (nos sigue aclarando Jesús)…  a todo el que oye la Palabra del Reino y no la comprende, que viene el Maligno y arrebata lo sembrado en su corazón: este es el que fue sembrado a lo largo del camino.” Mateo 13,19

La respuesta que está dando el mundo a su existencia,  divide la familia, niega el amor, lo ético, incluso a Dios. Ha hecho de la existencia humana un competir de manera inmisericorde. Porque nos dice Jesús, “porque donde este tu tesoro, allí estará también tu corazón.” Mateo 6,21

Desde ese punto de vista, la fecundidad del amor conyugal, es realmente amenazada por la cultura que niega la vida. Que el fin último, es  disolver la humanidad y hacer que su existencia,  viva presa de quienes mandan, disponen e imponen un presente incierto y un futuro de muerte sin retorno. “Porque del corazón salen las intenciones malas, asesinatos, adulterios, fornicaciones, robos falsos testimonios, injurias.” Mateo  15, 19

Para dar respuesta a esa urgencia, los que hemos abrazados la espiritualidad del corazón de Jesús, estamos llamados a proteger la familia. Y Jesús nos advierte, nos asegura, “que  quien diga a este monte: Quítate y arrójate al mar  y no vacile en su corazón sino que crea que va a suceder lo que dice, lo obtendrá.”Mateo 11,23

No hay futuro para la humanidad, fuera de las gracias de Dios y esa gracia se hace presente en cada familia. Si esta asume vivir los valores que Jesús no ha enseñado y desvelado desde su corazón. “No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios: creed también en mí.” Juan 14,1

A pesar de la desolación, el sufrimiento, la pobreza, la injusta distribución de los bienes, lo injusto de la justicia, el bombardeo de ideas y propuesta negadora de la existencia de Dios y el relativismo de la vida… Nosotros no podemos rendirnos, estamos llamados a poner el corazón divino de Jesús a la humanidad, como los apóstoles. Que “acudían al Templo todos los días con perseverancia y con un mismo espíritu, partían el pan por las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón.” Hechos 2:46  

Es el corazón de Jesús, el oasis que  da la respuesta a la exigencia, de un mundo donde la vida sea lo más preciado y el  del Dios Padre-Madre el fin de toda las luchas.

Me atrevo afirmar, que solo desde el matrimonio cristiano, es posible dar la respuesta que Dios quiere. Es oportuno que nosotros nos convenzamos de que es así. Y para ello debemos volver a Dios, volver al amor fecundo que dio origen a nuestra relación conyugal.  Pero nos dice Jesús, “ten cuidado y guárdate bien, no vayas a olvidarte de estas cosas que tus ojos han visto, ni dejes que se aparten de tu corazón en todos los días de tu vida; enséñaselas, por el contrario, a tus hijos y a los hijos de tu hijos.” Deuteronomio 4:9

Y eso lo saben quiénes han experimentado en su vida el amor de Dios. Y saben también que las soluciones de los problemas no son fáciles, pero si es  Dios  el centro de la vida, se llega. “Acuérdate de todo el camino que Yahveh tu Dios te ha hecho andar durante estos cuarenta años en el desierto para humillarte, probarte y conocer lo que había en tu corazón: si vas o no a guarda sus mandamientos.” Deuteronomio 8:2

Y el desacuerdo político, social en el pueblo, los problemas económicos, las discusiones e incomprensiones con los hijos/as, no deben  destruir la familia, la comunidad. Más bien, son experiencia para seguir creyendo en Dios y en su manifestación cotidiana. “La multitud de los creyentes no tenía sino un solo corazón y una sola alma. Nadie llamaba suyos a sus bienes, sino que todo era en común entre ellos.” Hechos 4:32

Pero nos dejamos seducir fácilmente… “No se dejen seducir por doctrinas varias y extrañas. Mejor es fortalecer el corazón con la gracia que con alimentos que nada aprovecharon a los que siguieron ese camino.” Hebreos 13:9  Este mensaje de Jesús no basto, porque muchos hogares, familias, en la comunidad dejaron el camino de Dios y se abandonaron, se aferraron a su rutina, a sus amigos, a la diversión sin freno; de consumo, alcohol y relaciones fuera del hogar etc., etc...

El pueblo fue seducido y con ellos traspasados en la cruz de la lanza del mercados e hicieron sus caminos confiando en su propia fuerza. En lo económico y el poder que le garantizaba su estatus social. Y de  la clase  empresarial hizo su templo sagrado.

Todo ello apoyado por sus padres, sus nuevos amigos y relacionados. Y parecía que la felicidad y prosperidad había llegado a su casa y empresa. Sin embargo, la muerte en un accidente de un hijo. Lo hizo frenar de choc. La enfermedad de cáncer de su madre, le desvelo la vulnerabilidad y fragilidad de la vida, que no podía con el dinero cambiar. El descubrimiento de que su hijo estaba preso por las drogas, lo hizo despertar. El embarazo y violación de su hija, le hizo comprender que su poder era limitado. El fracaso de su empresa toda poderosa, lo puso de rodilla ante el dios-mercado que había destruido su hogar y perdido los amigos verdaderos.

“Viendo Yahveh que la maldad del hombre cundía en la tierra, y que todos los pensamientos que ideaba su corazón eran puro  mal de continuo, le peso a Yahveh de haber hecho al hombre en la tierra, y se indignó en su corazón.” (Gen 6,5-6)

La experiencia son diversa y el dolor sin embargo, se puede expresar también, como: soledad, sufrimiento, inseguridad, enfermedad, droga, alcohol, juego de todo tipo. Engaño, oscuridad… Y la mayor perdida, ha sido el haberse alejado de Dios. No así Dios, de Él o ella. Porque “este es aquel a quien no quisieron obedecer nuestros padres sino que le rechazaron para volver su corazón hacia Egipto. “ Hechos 7,39

Por ello es necesario, urgente, imprescindible  no perder más tiempo y volver al amor misericordioso de Dios. Es el camino del retorno al encuentro con la esposa, el esposo, los/as hijos/as, la familia, al hogar,  la comunidad… “Cuando llego y vio la gracias de Dios, se alegró y exhortaba a todos a permanecer, con corazón firme, unidos a Señor. “ Hechos 11:23

Y para restablecer la confianza, es necesario abrir el corazón de piedra y que entre el corazón divino de Jesús y transforme la inseguridad en que se ha convertido las relaciones rotas por la huida del hogar y la irresponsabilidad paterna, desfigurada por la importancia solamente a las necesidades de lo que el mercado ofrece, en sus anaqueles. “Y os daré un corazón nuevo, infundiré  en vosotros un espíritu nuevo, quitare de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. “ Ezequiel 36:26

No es tarea fácil, porque para nosotros volver, necesitamos reconocer que estamos caminando hacia la ruta equivocada. Y ese reconocimiento tarda en llegar, mientras más dura, más dolorosa son las heridas y se destruye el hogar.




Para ello es necesario romper la rutina. 

Romper la rutina de venir a misa y seguir en lo cotidiano con acciones negadora de la enseñanza que  Dios nos transmite.
Dejar de volver a la banca y jugar, esperanzado en un juego que nos aleja del trabajo y el valor que tiene no poner nuestra confianza en el azar del diablo.
No seguir gastando los recursos, lo poco que sea para salir a beber, sabiendo que ese dinero es para comida de varios días para la familia.
Amasar riqueza, sabiendo que es fruto del engaño, de la sobre valuación del...
Dedicarle horas y horas al uso de equipo computadora – laptop  o televisión que desinforman y transmiten escenas que dañan las relaciones sana de los hijos y ponen en riesgo la fidelidad conyugal.
Celebrar y aceptar bienes y dinero que traen los hijos a la casa. Sin saber de dónde este lo trajo o si lo ha ganado trabajando o como lo consiguió.
Desinteresarse por el rendimiento o participación de los hijos, en la escuela o universidad.
Creer a siega en lo que dicen de sus hijos y esposa/o. Sin valorar y dialogar con estos y aclarar la duda. Escuchándose y respetándose mutua mente.
Realizar un trabajo, importantizando solo los recursos económicos y los bienes que este genere. Sin importar los valores de nuestra fe cristiana. Y con ello dañar la formación cristiana (Muéstrame tus obras, que yo te mostrare mi fe)  de sus hijos y la destrucción de la cultura.
Y todo esto deja como resultado, alejarnos de Dios, división de la familia, sálvese quien pueda, inseguridad social, imposición violenta de la cultura del engaño y la destrucción del núcleo humano como sociedad. Se desbordan los anti valores y se salvan y vivirán los más fuertes.
Para contrarrestar esa realidad, está el corazón de Jesús. Y “vio Jesús mucha gente y se le conmovió el corazón, porque andaban como ovejas sin pastor” (Mc 6,34)  Somos testigos de un Cristo resucitado, presente en nuestra  Iglesia, en la historia. Solidario, rebosante de amor… Abierto y dispuesto a saciar cualquier necesidad, humana o espiritual.

Entonces, TODO LO QUE HAGAN, HACEDLO DE CORAZÓN, COMO PARA EL SEÑOR Y NO PARA LOS HOMBRES. Colosenses 3:23

Debe la familia poner el corazón de Jesús como el centro de todo su accionar… dejarse bendecir por esa agua que mana desde su costado herido, pero resucitado.

Porque al final, al final; seremos pesado en la “balanza del amor.”


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