miércoles, 2 de junio de 2010

Niños de Haití sueñan con una vida más digna

Riamny Méndez/ clave Digital

Un país seguro, con mejores escuelas y hospitales, donde se tome en cuenta la opinión de todos para hacer un “nuevo Haití” es lo que quiere la mayoría de 1,000 niños y jóvenes entrevistados en marzo de este año para el informe “Children and Young People´s voices in Haiti´s Post Disaster Needs Assessment”, del Plan Internacional. El 12 de enero Haití fue parcialmente destruido por un terremoto que dejó más de 200,000 muertos.


Los pequeños hicieron sus aportes con la esperanza de ser tomados en cuenta en el Plan de Acción -elaborado por el Gobierno y organismos internacionales- del que se volverá a hablar este miércoles. El presidente René Préval se reúne en Punta Cana con representantes de 54 países y 35 organismos internacionales.

“Lo que pretendemos en esta Cumbre Mundial, además de hacer la evaluación de lo logrado, sobre la base del compromiso de la comunidad internacional, es poder establecer iniciativas, programas y acciones concretas del Plan de Acción que ya se ha aprobado con anterioridad”, dijo el presidente dominicano Leonel Fernández, antes del encuentro.

En la reunión se plantearán, según Fernández, anfitrión del evento, cinco temas fundamentales: infraestructura, refundación social, refundación institucional, problemática medioambiental y la recuperación del patrimonio cultural, artístico y religioso.

Lejos de los hoteles de lujo, un adolescente haitiano piensa que su Gobierno debe trabajar para que su país sea menos dependiente: “Me gustaría ver desarrollo industrial en mi país, porque podemos ser más independientes; producir para no tener que importar, aumentar nuestras finanzas, volar con nuestras propias alas y ser independientes de otros países”, comentó el chico durante un grupo focal.

Los niños opinan. La escuela y la educación fueron temas constantes en las opiniones recogidas por Plan Internacional en los nueve departamentos haitianos.

“Yo sueño con un nuevo Haití, donde los niños vayan a la escuela. He soñado con otro Haití donde pueda regresar a la escuela y reencontrarme con mis amigos y mis profesores. Los extraño mucho. Pienso que reiniciar las clases es la mayor necesidad en estos momentos”, opinó una niña de once años, según consigna el documento entregado esta semana en República Dominicana por Plan Internacional.

Preocupaciones Urgentes

Lluvias y ciclones. De acuerdo con el informe de Plan Internacional, 250,000 personas todavía se alojan en albergues temporales, muchos de los cuales no están registrados y se encuentran en zonas vulnerables a inundaciones y deslizamientos de tierra.

Violencia. Tras el terremoto ha aumentado el riesgo de que se produzcan incidentes violentos que afecten a los menores, incluyendo violaciones sexuales, secuestros y ventas de niños.

Alimentos. El reparto y la adquisición de comida todavía es precario en algunos asentamientos, aunque los organismos internacionales no han hablado de hambrunas.

Una joven de 19 años planteó el tema de la falta de espacio en las escuelas de los departamentos y las comunas para los desplazados por el terremoto.

“El Estado debe construir escuelas adicionales para los estudiantes que llegan desde Puerto Príncipe, universidades en otros departamentos y además escuelas vocacionales”, exigió.

Los niños hablaron del dolor que sienten y también de su esperanza de que las autoridades de su país puedan asumir las riendas y hacer una mejor nación, con justicia e igualdad.

“He estado en Puerto Príncipe y deseé haber muerto. Todos mis primos que estaban dentro de la casa donde solía pasar mis vacaciones están muertos”, dijo una niña de doce años en los grupos de ayuda.

Otra mostró esperanza y confianza en el presidente Préval.

“Deseo que el Palacio Nacional sea reconstruido siguiendo el modelo del antiguo monumento para que el presidente Préval pueda encontrar un lugar donde trabajar en la reconstrucción de nuestro país”, comentó una pequeña de nueve años de edad.

Otros chicos pidieron derechos, infraestructuras y tecnologías. Pero uno de ellos, de once años, fue pesimista. Comentó: “Yo no digo nada porque las palabras de un niño no cuentan para nada”, en un grupo en el que otros soñaban con su “Nuevo Haití”.

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