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"Me sentí secuestrado por Israel", declaró ayer Henning Mankell al narrar su detención por los soldados israelíes que asaltaron el Sofía, el barco de la flotilla de la libertad en que viajaba para llevar ayuda humanitaria a Gaza.
Pero cuando el creador del inspector de policía Kurt Wallander preguntó a sus captores bajo qué cargos lo tenían detenido, le respondieron: "Por entrar ilegalmente en Israel". El escritor sueco se llevaba las manos a la cabeza por la "absurda" situación que siguió al asalto del Sofía, abordado por el Ejército israelí en aguas internacionales en la madrugada del lunes, poco después de que escuchara a lo lejos los disparos que mataron a "por lo menos 10 activistas" que, como él, desafiaban el bloqueo naval impuesto por Israel a la franja de Gaza.
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Mankell, que a los 62 años compagina el activismo político con la escritura, dijo que "la única explicación" que encuentra para un asalto en aguas internacionales es que "el Ejército de Israel salió a matar". Aseguró que, tras el abordaje al Sofía, los soldados denunciaron haber encontrado armas: "Mi navaja de afeitar y un cúter que usaba el cocinero para abrir embalajes".
En una conferencia de prensa celebrada en Berlín, previa a una lectura de su última novela traducida al alemán -El hombre inquieto, en la edición española-, Mankell, que dijo tomarse "como un insulto" que lo tachen de antisemita, se manifestó partidario de llevar ese "acto de piratería" a los tribunales internacionales. Asimismo aseguró que si se demostrara cualquier vínculo de la organización del convoy con la financiación del terrorismo palestino se "enfadaría extremadamente, porque los objetivos que nos propusimos desde el principio eran estrictamente humanitarios".
Las preguntas de los periodistas variaron entre el aplauso explícito de unos y la crítica abierta de otros. Un reportero alemán le preguntó si no se había sentido "un tonto útil" para las organizaciones islamistas. El escritor, que mostraba un aspecto cansado, repitió que es "muy crítico con Hamás y con su actuación en la franja de Gaza".
Mankell, que obtuvo diversos reconocimientos por su compromiso con la democratización de Sudáfrica, llamó repetidamente al diálogo "para superar una situación insostenible" que comparó con el régimen del apartheid sudafricano.
El autor sueco explicó que los asaltantes del Sofía eran "muy agresivos" con los pasajeros, a los que ordenaron "echarse inmediatamente al suelo". Uno recibió el impacto de "un proyectil que llevaba pintura dentro y lo manchó de amarillo". Otro fue reducido con una descarga eléctrica. Respecto al abordaje del Mavi Mármara, donde murieron los activistas turcos, reconoció que no conoce bien el vídeo que muestra a tripulantes atacando a soldados israelíes. Pero aseguró que él "probablemente también habría repelido un ataque en aguas internacionales". A fin de cuentas, "no se ve a los tripulantes escalando para atacar el helicóptero israelí, sino lo contrario".
Mankell, que insistió en que no es "ningún ingenuo", afirmó: "Esperaba que Israel usara la fuerza, pero no contra la gente sino contra los barcos; les habría bastado con inutilizar las hélices".
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