sábado, 20 de diciembre de 2014

De Belén, a República Dominicana...



Lo de HOY
Por Pascual Ortiz






“! Alégrate mucho, hija de Sión! !Grita de Jubilo, hija de Jerusalén! Mira que tu Rey viene hacia ti; él es justo y victorioso, es humilde y está montado sobre un asno.” (Zacarías 9,9)








Llega a nuestra Sabaneta la estrella de Belén, ojalá que sepamos abrir la puerta cuando toque y  pida posada. La rechazarás? Te emborracharas, para así no tener remordimiento?  Te tranquilizaras dándole  un juguete, una cajita de comida para la cena de navidad a una familia pobre; mientras los otros días del año, siguen siendo olvidadas y marginadas?  Lo recibirás con el abrazo de “Juda”? O le dejara entrar, hasta lograr morada en el corazón de la familia?

José y María tienen que viajar, como familia que intenta vivir su amor en fecunda armonía y se dirigen a cumplir con el empadronamiento, que había mandado  realizar el emperador.

Ya después de un largo camino desde su natal Nazaret, llegan a Belén. Cansados, empolvados y hambrientos, buscan donde pasar la noche.

El estado de preñez es evidente en la joven madre María, que acompañada de su esposo José, no encuentran donde poder descansar y si el tiempo así lo decide recibir el nacimiento de la criatura que lleva en su vientre, en un lugar adecuado. Todas las puertas se sierran, nadie quiere recibir a una pobre mujer con probabilidad de dar a luz, esa misma noche.

El rechazo complica aún más la situación de María y José, que a pesar de ello no se desesperan, siguen buscando donde pasar la noche. No encuentran mas que rechazo. Pero, no pierden la esperanza y encuentran un espacio en un corral de animales. El lugar no es el más agradable, pero es donde no reciben el rechazo. Se acomodan como pueden, el olor es penetrante y aficiante, no queda más que aguantar. Y como pueden se acomodan. Su intención es pasar la noche en ese lugar, descansar y al otro día, cuando el alba se haga presente terminar con el empadronamiento y regresar a su tierra natal, Nazaret.

Aun no se habían quedado rendido por el sueño, cuando María despierta adolorida, sintiendo que  se desprende algo de su vientre, el dolor era inevitable, esto hace que su esposo José se despierte y como puede acompañar a María en la hora del nacimiento del niño. El tiempo transcurre y como  testigos privilegiados, los animales parecen sentir lo que sucede y en silencio con grandes ojos luminoso permiten ver a un esposo cubriendo con un pequeño manto la criatura naciente. “Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre.”  (Lc. 2,7)

Y en Belén, en un pesebre de harapos y hediondez inmunda, nace el niño Jesús.

Cuantas Jóvenes madre reciben el rechazo de su familia, de su esposo y amigos/as. Que no aceptan el embarazo y entienden que lo mejor es abortar. Eso no sucedió con María, su esposo José le acompaño siempre. No la abandono, sino que fue el testigo de la fecundidad materna de María.

Cuantas puertas le sierran hoy a María, José y su hijo Jesús. Que no son recibidos, porque no hay espacio para el amor, porque está prohibido la solidaridad. Porque está penalizado el respeto, el encuentro que permite reconstruir la sociedad y hace de ella un hogar donde se puede vivir, en armonía fecunda.

Cuantas luces se prenden hoy, y se olvida el motivo de quien hizo posible encender la chispa de la vida liberadora. Ocultando el rostro de una madre que da a luz en un establo y dejando sin ver a un padre que deja a tras el machismo y tiene que aprender a cuidar el niño y la madre.

Cuantas María asesinadas, violadas, obligadas a servir su cuerpo como desahogo del placer de los hombres. En una sociedad machista, sustentada en el odio hacia la mujer. Formada para ver en ella un objeto sexual, que se rechaza cuando se usa y se cambia cuando así lo decide el hombre. Que como rey de la selva moderna neoliberal, que se construye maltratando, desconociendo, violando y destruyendo los cimientos de la vida; que es la mujer.

Cuantas embriaguez y comelona, buscando desfigurar la realidad de una sociedad que pasa hambre, sed de justicia, deseo de trabajar y es empujada a  seguir soportando el estiércol en que vive. Por las mentiras, las promesas incumplidas de unas autoridades políticas que solo saben mentir, engañar, violar la intimidad de los hogares. Que por el padecimiento tiene que vender su dignidad. 

Tiempo que se repite cada año, con fundas  de miseria. Regalo frutos de la sangre que derrama de manera cotidiana la familia. Que tiene que velar a diario los cuerpos sin vida de sus hijos que formado para delinquir, son endemoniado por sus amos politiqueros, empresariales y cuando ya no les sirve lo matan y así ocultar la verdadera realidad de cómo llegan al poder y como se hacen del dinero del pueblo.

Llega a nuestra Sabaneta la estrella de Belén, ojalá que sepamos abrir la puerta cuando toque y  pida posada. Si así sucede, se prendera en  familia la luz que desvele los motivos que no permite la armonía, el respeto, la fidelidad, el dialogo, la felicidad en los hogares.

La navidad es una invitación a superar nuestros egoísmos, es una llamada a reconocer las acciones que nos alejan de quienes amamos. Es sufrir el trance de dejar que la vida se manifieste en toda su plenitud.

La navidad es que no falte en tu mesa el pan cotidiano, no el de un día.

La navidad es fiesta de gozo en el espíritu que libera y transforma la injusticia.

La navidad es  entrar al mundo nuevo, que se manifiesta en los cambios que somos capaces de asumir. Porque amamos la vida y nos hacemos consciente del valor que ella tiene.

La navidad es dejar de lado todo lo que nos aleja de la familia. Asumiendo con respeto la paternidad y maternidad responsable de los hijos/as.

La navidad es cuidar el amor que tu mujer y yo hombre,  nos juramos para toda la vida.

La navidad es volver como el hijo prodigo a la casa familiar, al hogar que nos congrego y nos formó. Permitiéndonos vivir la niñez, la adolescencia y entrar a la adultez marcado por esa realidad vivida. Que hoy es solo recuerdo y que como niños deberíamos vivir de nuevo.

No permita que te sigan robando tu sueño, no más impunidad, si a la vida…

No apaguemos la luz que Dios nos ofrece en este tiempo, ella debe ser guía, para toda la vida…


"De cierto, de cierto te digo que a menos que uno nazca de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios" (Juan 3:5).

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