sábado, 27 de agosto de 2011

En mis ochenta y siete

Escrito por: Chiqui Vicioso (luisavicioso@hotmail.com)
Y luego cuando les llega el turno de retirarse quieren seguir, inventándose pensiones millonarias aunque solo hayan trabajado por un año.
Mami hubiera cumplido ochenta y ocho años este fin de mes. Esto fue lo último que escribió, su testamento:

“Hoy es día de mi cumpleaños y cada año paso por esta sensación de sorpresa y maravilla. Cumplir un año más. Arrastrando la vida, doblada por los achaques y las reacciones a las medicinas, me siento como esos atletas que pasaron ya de la euforia de la juventud, pero siguen en la carrera, ya no por ganar, sino porque al competir demuestran asumen un desafío a la vida y a la suerte. Es estar “vivos” lo que cuenta y esa es una manera de demostrarlo Y, en vez de oír el grito de sus cuerpos clamando por el descanso, levantar orgullosamente la cabeza y lanzarse a la lucha por la sobrevivencia de su nombre y fama.


Ellos, los atletas, por lo menos cuentan con ese aval del orgullo de proezas pasadas, para no permitir que el fracaso y el olvido cubran sus nombres. Y cuando hay un sueño que seguir, o conservar, hacer el esfuerzo de intentarlo, pero yo… ¿qué quiero conservar ya que valga la pena, excepto la vida?
Por el simple placer de abrir los ojos al sol cada mañana y saludar la aurora con el asombro de haber despertado y de poder deleitarme con el canto de los pájaros madrugadores en el parque. De tanto escucharlos, a través de los años, ya no tengo que mirar el reloj para saber que hora es del amanecer. Los gallos comienzan a las cuatro y las ciguas a las cinco, y así el concierto alado va aumentando cuando las otras aves se despiertan y agregan sus cantos o chillidos al coro de la mañana, celebrando el nuevo día que nace entre penumbras grises que luego se abren como las cortinas para dejar pasar al astro rey.


Enfrentarse a un nuevo día es ya una proeza a mi edad. La rutina impone sus leyes: tender la cama, prender la televisión para oír o ver las noticias y chismes de los políticos que aquí lo acaparan todo. Y ya me dan ganas de gritarles ¡Basta ya!, con la frase histórica de Viriato Fiallo, ¡Basta ya de mentiras, de promesas que no van a cumplir, de tratar de justificar como pedazo a pedazo están destrozando “la vaca nacional”, aumentando cada uno su tesoro privado, sin importarles un comino que esa vaca nos pertenece a todos los dominicanos y no es propiedad de nadie en particular. Y luego cuando les llega el turno de retirarse quieren seguir, inventándose pensiones millonarias aunque solo hayan trabajado por un año.


Yo tuve que trabajar veinte años, y esperar mis sesenta y cinco en los Estados Unidos, antes de pedir mi pensión al Seguro Social. Si aquí se imita lo extranjero en todo, ¿por qué no imitar leyes para regir el país que nos convengan a todos”?


http://www.elnacional.com.do/opiniones/2011/8/26/93018/En-mis-ochenta-y-siete

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