viernes, 7 de enero de 2011

La solución de los problemas de seguridad ciudadana.


Escrito por: AMPARO CHANTADA

¿Y qué explicaciones darán los sicólogos y otros especialistas de la conducta humana frente a la información que difundió el Ministerio de Interior y Policía que entre enero y octubre del 2010, el 98,57% de las llamadas al 911 fue para molestar?




Se atreverán a decir que el ciudadano no sabe lo que es el 911, que aquí no hay tradición de 911 porque los vecinos resuelven primero que los bomberos y que la policía; dirán que en las mañanas muchos niños no van a la escuela o que son muchos los adolescentes desempleados que no saben cómo ocupar su tiempo y que por eso bromean; dirán que algunos ciudadanos quieren poner a prueba ese servicio. Ninguna explicación será suficientemente convincente frente a lo que creemos, ser una manifestación de la deficiencia del sistema educativo, del individualismo y de la descomposición social. Si esos individuos miran películas, ven cómo el 911 es eficaz en casi todos los países porque representa para muchos envejecientes, accidentados o aislados por inundaciones o en peligro por incendio, el único hilo que los une a la vida y a la esperanza.

Entonces las explicaciones deben orientarse hacia la solución de esa deficiencia: educación cívica, participación comunitaria en la planificación y gestión de las necesidades barriales y la integración de los jóvenes y comunitarios en la solución de los problemas de seguridad ciudadana.

Las explicaciones que me dio un especialista de la conducta humana, cuando le pregunté que pensaba de un jovencito de ocho años, que gritaba “¡Que se caiga, que se caiga, que se caiga ya!” mirando el avión que se llevaba mi hija Ninón a Filadelfia, son conocidas de todos: mira muñequitos donde nadie muere, donde no hay sangre y las catástrofes son más bien acrobacias. Pero lo que realmente preocupa es que los sicólogos, den solamente explicaciones sobre los hechos de la conducta humana, urge que se involucren en las soluciones: educación cívica, control de los programas infantiles televisivos, educación ciudadana, responsabilidad civil colectiva, etc.. Debe prohibirse la indiferencia y el acomodamiento profesional, todos desde la casa a la escuela, a la universidad, padres y profesores, en las calles y en los conchos, en los barrios y en las torres: debemos ser educadores permanentes.

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