sábado, 29 de enero de 2011

Crisis: Una historia de terror





"Pero una orgía de créditos y la abundancia de trabajo nos hizo vivir un espejismo en el que todo era posible… “me compro una casa”, “y con la casa, el coche, la tele de plasma y la play 3″




Cuenta la leyenda que, hace mucho, mucho tiempo, se estableció un gran pacto en El Reino en el que, a imagen y semejanza de otros reinos y repúblicas, se hablaba de grandes cosas como igualdad, derecho al trabajo o a la vivienda y que decía una cosa extraña para aquellos tiempos, algo de que la soberanía residiría en el pueblo y de él emanarían los poderes del Estado, que habría un parlamento elegido por sufragio universal y un montón de cosas bonitas más…

Hoy, cuando enciendo la tele y recuerdo esas estupendas intenciones, no puedo parar de reír y reír… reír, por no llorar, claro. Y es que en las últimas semanas asistimos atónitos a la realidad que se nos había tratado de ocultar y maquillar y vemos como unos extraños entes ambiguos e informes (como si no hubiera nombres y apellidos detrás de todo esto) dictan a esta y otras democracias lo que tienen que hacer. Hablamos, señoras y señores, de “los mercados”. Y sí, son ellos los que controlan y dirigen…

Se habla de que la crisis empezó hace dos años. Yo creo que no. La crisis, si es que alguna vez ha habido realmente un estado de no-crisis, comenzó hace una década. La llegada del euro disparó los precios gracias al redondeo y a esa extraña equivalencia mental de que un euro eran veinte duros. Y los precios subían y subían, y los sueldos se mantenían y se mantenían, incluso bajaban y aumentaban los contratos temporales y precarios… Pero una orgía de créditos y la abundancia de trabajo nos hizo vivir un espejismo en el que todo era posible… “me compro una casa”, “y con la casa, el coche, la tele de plasma y la play 3″ “pos yo además le compro un coche a mi mujer y nos vamos de vacaciones un mes”.

Seducidos por una falsa bonanza, anuncios de dinero fácil (que casi crecía en las macetas), muertos de hambre que venían de otros países a hacernos el trabajo sucio (¡fijate si habría trabajo que hasta se mataban por venir aquí!) y políticos y empresas que se llenaban la boca con plusvalías, superavits y beneficios record, nos pensamos que el sueño nunca acabaría… pero se acabó.

Entonces fue cuando aparecieron en las portadas esos mercados que se habían estado llenando los bolsillos y desviado fondos a paraísos fiscales (+) durante tantos años e hicieron catacrash. El juego parecía que también se había acabado para ellos… Y empezó la puesta en escena. Un par de bancarrotas por aquí, un par de lagrimitas por allá y los gobiernos inyectaron miles de millones de euros y dólares para que esos pobrecitos bancos y empresas no cayeran y arrastraran consigo a todo el sistema.

Así comenzó el mayor robo jamás contado. Los gobiernos se endeudaron para prestar a muy bajo interés (1%) toneladas de dinero a los bancos, para que los mercados no se hundieran. ¿Y qué hicieron esos bancos? Pues tapar algunos agujeritos, que ellos también se habían emocionado con la bonanza y habían tenido sus excesos, y, sobre todo, comprar deuda pública a los mismo gobiernos que le habían prestado el dinero, osea “devolver”, prestar lo prestado, pero ahora con un interés mucho más apañado (5-7%). Un negocio redondo, sí señor.

Ahora, una vez saneados, quitada de enmedio gran parte de la competencia (sobre todo la de esos molestos ciudadanos que se montaban pequeñas y medianas empresas y querían parte del pastel haciendo competencia a las franquicias), ahora exigen y obligan a través de sus super-mega-ultra-democráticos organismos que nadie ha elegido, como son el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y sus sistemas infectados, la UE y EEUU, obligando a recortar derechos laborales, gastos sociales y todas esas cosas incomodas para el gran capital.

Y es que estos europeos, tan acomodados en su socialdemocracia, sus ayudas estatales y su bienestar… no se dejaban, y había que montar un buen circo que hiciera de vaselina para que todas estas reformas entraran suaves. Y es que la doctrina del shock funciona de perlas, nada como acojonar a la ciudadanía para imponerle grandes recortes a sus libertades y derechos sin que rechisten demasiado.

Eso sí, la soberanía emana del pueblo y los políticos gobiernan para su pueblo. Y el que diga lo contrario es un miserable.

Manel Fontdevila en Público

“Solo una crisis -real o percibida como tal-produce un verdadero cambio. Cuando ocurre esa crisis, las acciones que se emprenden dependen de las ideas existentes en aquel momento. Ésa es en mi opinión, nuestra función básica: desarrollar alternativas a las políticas existentes y mantenerlas vivas y disponibles hasta que lo políticamente imposible se convierta en políticamente inevitable”

Milton Friedman, Premio Nobel de Economía e ideólogo de la Doctrina del Shock.

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