Por: Isabel Valerio Lora * isabelvaleriolora@hotmail.com
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Dependiendo de la forma en que vivimos y nos relacionamos con el mundo, nuestra vida puede convertirse en un conjunto de experiencias positivas y hermosas o en un grupo de vivencias desalentadoras y traumáticas.
Desde un punto de vista psicológico, la desesperanza aprendida es una convicción, presente en algunas personas, de que no es posible modificar la realidad y que, independientemente de las acciones que emprenda para cambiarla, las cosas se quedarán como están. Esta sensación surge cuando, por un motivo u otro, la persona sufre varios fracasos continuos en una lucha, lo que hace que se vaya agotando su energía para volver a intentarlo. Es lo que por ejemplo ocurre con aquellos que nacen en una situación de pobreza y marginalidad, donde son tan escasos los medios para salir de ella que cada intento por superar la adversidad termina en un fracaso o en una desilusión.
Este término de la psicología social refiere a cuando las personas ‘aprenden’ a no esperar que tendrán logros personales positivos en la vida. Por lo general, se refiere a niños en situación de pobreza que ‘aprenden’ que no serán exitosos, que no irán a la universidad, que no serán lideres, creativos, etc. Esto es independiente de las habilidades de un niño pero se predetermina de acuerdo a su contexto social .
En un informe sobre Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) estableció que para el 65 por ciento de las personas del estrato socioeconómico medio-alto que fueron investigados, el rumbo de la vida es el resultado de las decisiones personales.
En dramático contraste, sólo el 35 por ciento de los individuos de las clases más desfavorecidas mantuvo esa opinión, en tanto que el restante 65 por ciento de ese segmento afirmó que el destino personal es el resultado de circunstancias externas.
Esa renuncia a hacerse cargo de la propia existencia y culpar a los demás de las desgracias propias, cuando se convierte en una plaga epidémica es causa de estancamiento y parálisis a nivel personal y social.
Para superar la Desesperanza aprendida, es necesario:
Comprender que se trata de una percepción y no de una realidad.
Asumir que todo pasa y que cada día es nuevo, y está lleno de posibilidades y potencialidades.
Buscar formas creativas de abordar la situación valorada como amenaza.
Apoyarse en personas que tengan otros recursos que usted no posea.
Reevalúe la situación en busca de ángulos positivos.
Aceptar, adaptarse y esperar un mejor momento para actuar, si considera que realmente nada puede cambiarse aquí y ahora.
Centrarse en los recursos, dones y talentos, en vez de enfocarse en el problema o en sus posibles consecuencias negativas.
Buscar en su experiencia conductas que le hayan servido para superar situaciones similares.
Por: Isabel Valerio Lora * isabelvaleriolora@hotmail.com
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