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Entrenamientos. Frank Grullón Martínez, Rubén Rey Vásquez, Poncio Pou Saleta y Lucas Pichardo, durante los entrenamientos en el campamento Mil Cumbres, provincia de Pinar del Río, Cuba, adonde llegaron el primero de marzo de 1959.
En la travesía desde Cuba hasta República Dominicana, los hombres que formaban la expedición áerea del 14 de junio de 1959 pensaban en la libertad, en el renacimiento de la esperanza para el pueblo dominicano, oprimido tantos años por la dictadura de Trujillo.
Poncio Pou Saleta, uno de los seis sobrevivientes, recordó que entre ellos existía el ideal de ver renacer el amor y el compañerismo, la sinceridad y la honestidad y, con todo eso, dejar atrás la intriga, las delaciones y persecuciones, el crimen y el terror.
“Veníamos dispuestos a impedir que el tirano y su familia continuaran creyéndose dueños del país y del destino de todos los dominicanos”, dijo Pou a LISTÍN DIARIO, al paso de 51 años de la llamada gesta de la raza inmortal.
Estaban, dijo, llenos de optimismo, aunque sin duda conscientes de que enfrentarían a unas poderosas fuerzas armadas, como es propio de los dictadores.
Durante el vuelo iban entonando las notas del Himno Nacional.
Fuerzas poderosas
Estaban conscientes de que un ejército de liberación compuesto por doscientos hombres, aún con un buen entrenamiento y un adecuado armamento, le iba ser difícil enfrentar al poderoso Ejército de Trujillo, que tenía el apoyo de la Aviación.
Por eso, su proyecto expedicionario contaba con la esperada insurrección entre los miembros de las Fuerzas Armadas, como se les había informado, pero esto no sucedió porque el complot que se venía organizando en el seno del Ejército para mediados de año había sido develado y a la mayor parte de sus miembros se les fue encarcelando y asesinando.
Dijo que está plenamente convencido de que no fracasaron, aunque sí profundamente adolorido por la pérdida física de todos mis compañeros. Pou entiende que el ejemplar heroísmo y entrega patriótica de todos y cada uno de los combatientes se constituyó en un triunfo moral para todos los dominicanos. Es por ello que el pueblo dominicano –asegura– ha considerado que la gesta de Junio de 1959 “encendió la llama augusta de la libertad”.
Entrenamiento
En Cuba, fueron sometidos al entrenamiento propio del método guerrillero de la guerra, haciendo hincapié en la resistencia.
Diariamente debían hacer unas largas y fatigosas caminatas de unos 10 a 20 kilómetros y recibieron numerosas prácticas de tiro. Pou tenía a su cargo el pelotón Juan Pablo Duarte. Como eran voluntarios, la fuerza expedicionaria estaba compuesta tanto por hombres de más de 50 años de edad como por jóvenes de 15 y 16 años. Él tenía 37 años.
Apoyo cubano
El apoyo de Fidel Castro fue vital. Pou dijo que el líder cubano garantizó que pondría al servicio de ese proyecto expedicionario tres millones de dólares que le habían sobrado de la lucha de Sierra Maestra.
También destacó la colaboración del comandante Camilo Cienfuegos, del comandante y compañero de expedición Delio Gómez Ochoa, a todos los expedicionarios cubanos que voluntariamente y en demostración de solidaridad democrática se les integraron y participaron activamente en la lucha armada, a riesgo de sus propias vidas.
No invasión
Se trató de una expedición y no de una invasión, sale al paso Pou.
“Ningún dominicano invade su propia patria, era nuestro propio pueblo al que queríamos liberar del oprobio de la dictadura”, agregó.
Su Programa Mínimo contemplaba la devolución de todos los bienes que el tirano le había expropiado a sus dueños.
Pero el régimen, informado de los planes conspirativos desde antes del arribo a suelo dominicano, fue desarrollando una campaña de descrédito hacia ellos, haciéndoles ver como cubanos comunistas y “barbuses” que vinieron a invadir el país.
Sus días
Sus días transcurrían en largas caminatas para evadir la persecución y en la búsqueda de alimentos. Las lamentables bajas que fue sufriendo el grupo ocurrieron básicamente en las ocasiones en que se acercaba a algún caserío para conseguir comida.
El hambre fue su principal y efectivo enemigo.
Prisión
Su prisión de siete meses en la cárcel de La 40 y en La Victoria fue sumamente dura, recuerda. Eran deplorables las condiciones sanitarias de las solitarias donde les encerraban y, peor, los maltratos que se padecían en las ergástulas trujillistas. Lo más difícil para él fue irse enterando la manera en que habían sido injustifi cadamente masacrados sus compañeros de lucha expedicionaria.
Sobreviviente
El hecho de que no lo mataran como a casi la mayoría, se debió a que al ser conducidos a la Base Aérea de San Isidro fueron fotografi ados por la prensa internacional.
“Éramos de los últimos en ser capturados y la dictadura necesitaba presentar a algunos de los expedicionarios con vida ante los representantes de la OEA que estaban en el país.
LOGRARON SUS OBJETIVOS
A 51 años de esos acontecimientos, uno de sus más valiosos protagonistas considera que se lograron los objetivos que perseguían.
“Hoy, tenemos libertad de prensa, podemos hablar y disentir. Tenemos elecciones libres para elegir a las autoridades nacionales”.
Reconoce que al país le falta mucho por avanzar, para que haya menos pobreza y más educación. Se necesita, agregó, mejorar los servicios públicos, combatir la corrupción y fortalecer la institucionalidad. “Pero eso depende de la voluntad y buenas intenciones de todos los dominicanos, ya que somos dueños de nuestros propios destinos y de nuestros sueños, como anhelaron los fundadores de la Patria”.
Para alcanzar esos logros, mis compañeros de las Expediciones del 14 y 20 de Junio de 1959 lo arriesgaron todo, hasta la vida, para devolverle la libertad y la dignidad que le había sido arrebatada al pueblo dominicano.
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