
La buena noticia podría ser que no son tan degenerados los electores dominicanos como a menudo se supone. Podría tratarse más bien de un votante astuto que negocia para obtener beneficio de la política, pero que votaría por el partido que de todos modos pensaba votar. Especialmente porque no hay que hacer un esfuerzo moral y psicológico, ni traicionar valor alguno, para votar por el uno o por el otro, sobre todo porque esos valores tampoco están tan arraigados como muchos suponen.Tampoco se puede decir que el PRD y la oposición salieron tan mal parados ante el aparato político y económico del Gobierno y el partido oficial, aunque pudieron haber hecho mejor papel.Parece claro que mucho de ese dinero sirvió para movilizar momentáneamente la economía y para engrosar las clientelas y los bolsillos de muchos lidercillos de nivel medio y bajo.
A mediano y largo plazos es mucho más difícil conjeturar qué podría ocurrir. Podría producirse la dictadura con respaldo popular que propusiera Bosch, que es, en gran medida, lo de la mano fuerte que tantos añoran; con la ventaja que la del boschismo sería una cosa decente y a favor del pueblo. Sólo que nada de lo que hemos visto nos asegura de que los que gobiernan tienen seriamente ese ideal en sus corazones. No obstante, el presidente Fernández y algunos colaboradores pueden elevarse por encima de las circunstancias, aunque sobre esto hay también demasiadas dudas.
Que el Senado sea totalmente peledeísta y los diputados se puedan seguir comprando por docena y al detalle, provocaría que en lo sucesivo nadie culpe a la oposición por lo que ocurra. Se criticará menos a los partidos y a los políticos, pero más al Gobierno; alabanzas y maldiciones irán para un solo lado. Así, quizás, los dominicanos, viendo en contraste morado los acontecimientos, podrían organizar mejor sus conductas políticas.
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