jueves, 8 de abril de 2010

PLD, PRD, son parte del problema, no de la solución.-

Escrito por: Lilliam Oviedo (lilliamoviedo@yahoo.es)

Los recientes escándalos de corrupción y contubernio, lejos de constituir un argumento justificativo para las alianzas de grupos de izquierda con partidos del sistema, evidencian que el avance político no será alcanzado a partir de estas alianzas, porque la podredumbre enloda por igual al Partido Revolucionario Dominicano, al Partido de la Liberación Dominicana y a todos sus satélites, entre los cuales hay que contar al despedazado Partido Reformista Social Cristiano, creado por Joaquín Balaguer para dar apariencia legal a su permanencia en el Palacio Nacional.
¿Cuáles aspectos de la podredumbre es posible combatir en alianza con el PRD o con el PLD? Sencillamente ninguno, porque estos grupos, a los cuales no se les puede llamar propiamente partidos, son parte del problema, no de la solución.


La historia del quehacer político de estas organizaciones, es la historia del autoritarismo y de las más abominables formas de corrupción.

Durante los gobiernos de Joaquín Balaguer y del PRD, sicarios como Carlos Evertz tuvieron espacio en las Fuerzas Armadas, en la Policía Nacional y en los organismos de seguridad del Estado.

Y, como dato actual, recientemente, el jefe de la Policía, mayor general Rafael Guillermo Guzmán Fermín, tuvo que reconocer que el millonario español Arturo Del Tiempo, hoy procesado en su país por tráfico de cocaína, fue aquí “policía honorífico”. ¡Retorcido concepto del honor!

La inserción de sujetos con esa definición en la Policía y en otras instancias estatales (Del Tiempo fue contertulio en más de una ocasión del presidente Leonel Fernández), es una vieja tradición, igual que su integración a ciertos núcleos empresariales.

Quirino Ernesto Paulino Castillo fue protegido durante el gobierno de Hipólito Mejía, y era capitán del Ejército Nacional a pesar de que era millonario y de conocida ligazón con el tráfico de estupefacientes.

Personajes como Ramón Pérez Martínez (Macorís) y Claudio de los Santos, son acogidos en los “partidos” a sabiendas de que han servido a grupos parapoliciales.

Dirigentes que utilizan los servicios de personas con sucia trayectoria, son, sencillamente, agentes de la podredumbre.

Y esta condición la tienen Leonel Fernández, Hipólito Mejía, Miguel Vargas Maldonado y los jefes del despedazado PRSC.

Aliarse a uno de ellos (no importa cuál) en busca de insertarse en el sistema electoral, es presentar como entes de progreso a los herederos de Balaguer.

Figuras de la sociedad civil y ex dirigentes de izquierda que hacen campaña o integran boletas, no lavan la imagen del sistema, pero enlodan la propia. Se lanzan al pantano... Es imperdonable aberración confundir la madurez política con la aceptación de lo que, por elemental ética política, es inaceptable.

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