viernes, 14 de mayo de 2010

El voto ideal


Por: Adrián Javier (lapalabra.encinta@gmail.com)

La consagración del llamado derecho universal al sufragio, lo supondría su pleno ejercicio en cualquiera de las demarcaciones electorales del territorio, sin importar el origen del ciudadano elector.




Porque… ¿cómo se hace uno que quiera cumplir con “su deber ciudadano”, cuando ninguno de los postulantes a los cargos electivos fijados en su circunscripción, reúne mínimamente los méritos que inquieren sus expectativas?


Uno le da vuelta y media al modelito multicolor de las boletas electorales a usarse el próximo 16 de mayo, “y no da pie con bola” con lo que espera como propuesta, a menos que asuma el ingenioso y necesario recurso de la fragmentación.


Mas lo ideal sería que cada quien, inspirado tras el fiel cumplimiento de su deber cívico, una vez conocidas las virtudes reales de cada uno de los candidatos, favorezca a uno u otro conscientemente, sin importar la demarcación o circunscripción electoral en que se encuentre.


Habría menos abstención y más votantes. Se ahorraría tiempo, dinero y molestias. Las elecciones serían “una justa de ciudadanos honorables y responsables”, y no un carnaval o carrera estentórea, entre el tranfuguismo y la desvergüenza. De ser así; el derecho al sufragio sería “sincera y verdaderamente” universal. Y jamás caeríamos en la trampa de ahora, de premiar -sin querer-, a uno u otro “perpetrante”, por el simple y anacrónico fenómeno de la elección por arrastre.

No importaría que el candidato preferido sea del PRD, del PLD, del MIUCA o del PRSC. Ni que uno u otro corran para regidor, senador, alcalde o diputado. Lo que sí se tomaría en cuenta es lo que cada uno esté dispuesto a sacrificar o aportar, para que esta “joven democracia” -el dulce tono es de Milagros Ortiz Bosch-, sobreviva a la barahúnda del escarceo, propio de los intereses particulares, surgidos días después de concluido los comicios.

Antes de abogar por el respeto al “derecho al pataleo”, recordemos que las siempre referidas y temibles “circunstancia atenuantes”, no deben ser pretextos para desconocer la voluntad de la mayoría.

Propongo un voto fragmentado en el futuro. Ese que alguien olvidó por inconveniencia de otro, pero que bien llamó “voto preferencial”. Uno que sería a favor de lo que entendamos como “lo mejor” existente, al interior de nuestra cuestionada “partidocracia”.

Así, los 4, 036 cargos electivos dispuestos para este domingo, contarían con regentes más representativos. Y los 6 millones 116 mil 397 votantes activos, tendríamos menos pretextos para quedarnos en casa.

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