Escrito por: RAFAEL CORDERO DÍAZ ( rcorderodiaz@gmail.com)
En la medida en que ha avanzado el conteo regresivo para las elecciones, ha cobrado fuerza una suerte de movimientos que favorece el voto consciente. Obispos, gremios empresariales, figuras prominentes y gente no comprometida con el quehacer partidario, pero sí con el destino de la nación, han exhortado a la población que a la hora de sufragar tomen en cuenta las condiciones, la trayectoria y las propuestas de los candidatos, al margen de la boleta que lo postula.
Es obvio que ese llamado sintetiza inquietud y preocupación por el derrotero que ha tomado un proceso electoral en que la propaganda, el clientelismo y, hay que reconocerlo, el uso y abuso de los recursos públicos en apoyo a los candidatos del oficialismo, han reemplazado las ofertas programáticas. Los candidatos peledeístas, que se ufanan de su competencia y capacidad para conceptualizar, prefirieron optar por las de Villadiego antes que confrontar sus ofertas electorales. La falta de transparencia se ha trocado en prepotencia hasta para rendir cuentas sobre asuntos elementales.
Con lo mucho que hay en juego en estas elecciones la advertencia de los representantes de la sociedad civil no debería quedar como una especie de enunciado sino enarbolarse como una bandera que oriente a los votantes para que no se dejen engatusar con falsas promesas de empleo, sofismas, ofensiva ayuda financiera en el marco del proceso y otras prácticas que denigran el sufragio.
Decisiones como la congelación de los carburantes en vísperas de las votaciones deben servir de alerta a los electores. El Gobierno prefiere sacrificar la salud económica de la nación, al menos por ahora, para no perjudicar sus ambiciones de poder. Después que pasen las votaciones puede darse como un hecho que reajustarán los precios en la misma que los han aguantado en estos días.
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