Lo que narraré es más preocupante que jocoso. Fueron dos experiencias en las aulas que hasta me avergüenza compartirlas con ustedes. Me ocurrieron siendo profesor de Historia de las Ideas Políticas en la facultad de derecho de una universidad dominicana.
Mientras hablaba de las dictaduras latinoamericanas y del anticomunismo que les servía de excusa ideológica para cometer sus barbaries, me tocó analizar la Era de Trujillo. Y al mencionar a Jesús de Galíndez un estudiante de término me preguntó: “Profe, ¿y qué diferencia hay entre Jesús de Galíndez y Jesús de Galilea? Yo tragué en seco. Naturalmente, le aclaré las cosas sin negar cierta incomodidad en mis palabras.
En mi segunda vivencia impartía la misma materia. Estaba emocionado teorizando sobre la doctrina Monroe, que establecía que los Estados Unidos no tolerarían ninguna interferencia o intromisión de Europa en América. Recordemos que eso fue en el año 1823.
Cuando casi concluyo mi perorata, una joven levantó su mano insistentemente, cual reina de patronales que saluda emocionada desde una carroza. Tomó su turno y me cuesti6nó si había alguna relación entre la doctrina Monroe y Marilyn Monroe.
Y yo, tratando de disimular una risa que si arrancaba prometía no parar, le expresé que si bien era verdad que entre la doctrina Monroy y la hermosa Marilyn habían semejanzas históricas, la realidad era que nada se comparaba con la incidencia que tuvo en el transcurrir de la célebre doctrina el destacado politólogo Gilberto Monroy (el extraordinario intérprete de boleros, por si acaso).
Luego hablé en serio y además de explicarle tema, exhorté a los alumnos a leer y a tener una sólida cultura universal, y lo hice de forma paternal, casi con pena.
Lo lamentable es que cuando converso con otros profesores universitarios me cuentan situaciones parecidas. ¿Dónde está el problema, en la familia, en la escuela, en la universidad, en el Estado? Saber la respuesta y buscar soluciones marcará sin dudas la diferencia entre seguir pobres o empezar a desarrollarnos como pueblo.
Por Pedro Domínguez Brito
pdominguez@dominguezbrito.com
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